El uso de la palabra es una herramienta que permite prevenir y revertir diferentes situaciones. No hace mucho, el término “bullying” comenzó a tener mayor preponderancia, de modo que, como sociedad nos llevó a exponer y debatir acerca de esta problemática.
En Maped Docentes tuvimos la fortuna de hablar con María Clara Silles, periodista y escritora, autora del libro “Gaspar: perderte o perderme” donde relata en primera persona su historia como víctima del bullying durante su adolescencia. Su libro fue declarado de interés social y municipal en Lomas de Zamora, su ciudad natal, donde además recibió una mención especial por su labor contra el acoso escolar.
En esta oportunidad, queremos despejar dudas sobre qué es el bullying y qué no es, y sobre todo, cómo empezar a trabajarlo desde las escuelas.
¿Qué es el bullying?
“Es un acoso entre dos menores de edad, puntualmente en edad escolar. Me parece importante remarcar que se trata de menores, porque la palabra “bullying” está muy mediatizada y la terminamos utilizando de manera errónea. En este caso, hablamos de una violencia que se da dentro del ámbito escolar.
Hay una serie de pautas que sí o sí se tienen que dar para que podamos considerarlo bullying: en primer lugar, debe haber una relación asimétrica entre la víctima y el agresor, que es quien tiene mayor poder dentro del aula. En segundo lugar, el acoso tiene que ser sistemático, de modo tal que se sostenga a lo largo del tiempo. Y en tercer lugar, la persona que ocupa el rol de víctima es siempre la misma.
No es lo mismo un conflicto entre alumnos, como una pelea que dura un día o una semana, que un acoso que lleva, por lo menos, tres meses.
Lo que me parece interesante remarcar es que, todos ocupamos un rol dentro de un grupo.
Que una persona sea “la agresiva” del grupo no significa que lo vaya a ser toda su vida, sino que, es lo que aprendió y lo puede ir “desaprendiendo” con el paso del tiempo.”
¿Cómo detectar un caso de bullying dentro del aula?
“Las personas que son víctimas de un acoso tienen ciertas actitudes llamativas, por ejemplo: no quieren participar en grupo o pasar al pizarrón, en el caso de las clases virtuales son aquellos que tienen la cámara apagada. Además, suelen tener reacciones explosivas aparentemente injustificadas o salen últimos al recreo. Son de esas personas que comunican con su lenguaje corporal porque al no poder expresarse, generalmente, tienen muchos problemas de salud o suelen estar encorvados, les cuesta hablar.
En la pandemia creció el ciberacoso, por lo tanto, es más complejo detectar estos casos.
Hay que prestarle atención a las conversaciones que se dan entre los alumnos: si suelen juntarse y siempre queda uno excluido, y lo podemos identificar con las características que mencioné anteriormente, tenemos que estar alertas.”
¿Creés que ubicar esta problemática en diferentes términos contribuyó de manera positiva?
“Visibilizar el problema ha ayudado mucho. Una vez que sabemos lo que está pasando podemos encontrar herramientas. Usar la palabra bullying ayuda un montón, tanto a nivel social como individual. Lo que no ayuda es la banalización de la palabra, como esta mala costumbre de llamarle “bullying” a una broma entre amigos, por ejemplo.
Usemos las palabras como corresponden.Es importante que los adultos seamos los responsables de identificar estas situaciones. La víctima no siempre puede o sabe cómo pedir ayuda, y a veces, tenemos que aportar desde nuestro lugar antes de que nos lo pidan.
Entendamos que como adultos somos los referentes de nuestros hijos o alumnos. Si llevo a mi hijo a la escuela e insulto a otra madre o padre que estacionó mal, me pongo violenta y hablo de su aspecto físico, ¿qué podemos esperar que haga mi hijo en el aula? Para eso es imprescindible entender que necesitamos más capacitaciones tanto para los docentes y directores como para los padres. Nunca estaremos preparados para escuchar que nuestro hijo o hija es víctima de acoso, pero tenemos que poder exponer estas situaciones para evitar futuros problemas.
Si entendemos la responsabilidad que conlleva criar a un niño y cómo eso repercute en su vida adulta, vamos a crear sociedades más empáticas.
Formemos infancias que no tengan que recuperarse de adultos.”
¿Cómo abordar el bullying desde la escuela?
“Es fundamental trabajar en la aprehensión, y para eso, hay que ocuparse de todos los niveles, desde las salas de 5 años en adelante.
También, es necesario que el docente trabaje de manera transversal, no solo de modo víctima – agresor.
De todos modos, plantear este tema varía según las edades de los alumnos. Aunque, en líneas generales, proponer una charla introductoria ayuda. Lo primero que se aborda es el marco teórico: qué es el bullying y quién ocupa cada rol. En mi caso, me ocurrió en una charla que dí un colegio que uno de los alumnos estaba medio nervioso y cuando por fin se animó a levantar la mano, confesó que se había dado cuenta que estaba ejerciendo un rol agresivo hacia otro compañero. Entonces, que ellos logren identificarse con los roles, es un avance para dejar de naturalizarlo.
Después, se trabajan diferentes actividades, como juegos y ejercicios grupales para conocerse. Podemos darles a los chicos la siguiente tarea: ¿qué puedo hacer en tres días para cambiarle la vida a un compañero que está siendo víctima del bullying? ¿Cómo puedo contribuir de manera positiva para mejorarle la vida de acá a tres semanas? ¿Y en tres meses?
No es necesario exponer las respuestas.
Lo que se trabaja con los padres es identificar si nuestros hijos son agresores, testigos silenciosos (los que se ríen del chiste del agresor) o víctimas e involucrarlos para que ellos también le den mayor participación a la víctima, por ejemplo, invitándolo a los cumpleaños.
Por último, el abordaje psicológico es indispensable. Está bueno que en esas charlas participen psicólogos para que puedan dar su aporte.
Entendamos que, para que se dé una situación de bullying tiene que haber una dinámica de grupo. Es un poco como ocurre con las familias, es dónde te toca estar y los roles inconscientes que uno ocupa dentro del grupo. Entonces, el bullying no responde ni a una edad ni a una etapa en la vida, sino, más bien a una dinámica de grupo que se caracteriza por potenciar las actitudes negativas.
Por último, quisiera agregar que cambiar de colegio no está mal ni es un fracaso. Empecemos a darle una mayor escucha a las víctimas.”
Conocé más acerca de María Clara Silles en https://linktr.ee/clarasilles donde podrás encontrar las notas que ha dado para diferentes medios, información sobre sus charlas, y además, sobre su libro.
En https://www.tiflonexos.org/libros-en-audio podrás descargar su audio-libro disponible para personas no videntes.