Falta cada vez menos para el inicio de clases. A diferencia del año anterior, el 2021 no nos toma por sorpresa. Aquello no quiere decir que la incertidumbre no esté presente pero luego de haber atravesado un ciclo escolar atípico, tenemos cierta idea acerca de qué esperar y cómo prepararnos.
El año pasado nos forzó a adaptarnos a un nuevo contexto, y así como repercutió en el ámbito educativo, también generó un gran impacto en los chicos y sus familias. Más allá de que la modalidad del aprendizaje fue distinta, el momento de socialización que ocurría en la escuela se vio reducido a encuentros a través de videollamadas, en el mejor de los casos. Las personas somos seres sociales, que necesitamos estar en contacto con los demás y vincularnos. Por esto resulta interesante hablar de la teoría del apego en relación a la escuela y los docentes.
El apego y sus manifestaciones / Qué es el apego y cómo se manifiesta
La teoría del apego surgió en la década del 60 y su principal exponente fue John Bowlby. El apego consiste en el vínculo o lazo afectivo entre el individuo y sus cuidadores primarios, que en la mayoría de los casos son los padres y las madres, y marca el desarrollo emocional y social de la persona. Está basado en la tendencia biológica que impulsa al niño a buscar cuidado físico y emocional a través del contacto con aquellas figuras. Tal como afirma la Doctora Inés Di Bártolo, es un vínculo que se consolida mediante interacciones repetidas entre las figuras de apego y el niño, conformando representaciones internas, patrones de relaciones que se internalizan para luego recrearlas en relaciones futuras. Las figuras de apego ofrecen al niño una base de la cual partir para explorar y un refugio al cual volver en situaciones de estrés y temor, en donde busca regularse emocionalmente.
Es fundamental que las personas que le brindan protección al niño también demuestren una gran capacidad de sensibilidad para poder interpretar sus necesidades. Los vínculos de apego no ocurren solo en la infancia, sino que pueden modificarse dependiendo de las etapas de la vida que se atraviesen. También existe una multiplicidad de cuidadores como abuelos, tíos, docentes, amigos y parejas.
Existen diversos patrones de apego: el seguro, el inseguro evitativo, el inseguro ambivalente y el desorganizado. El apego seguro se constituye a partir de que las figuras de apego se perciben como disponibles y sensibles a las necesidades del infante, de forma consistente y empática. Estos niños expresan abiertamente su angustia porque saben que la figura de apego va a ofrecer el consuelo que necesitan. Poseen una gran capacidad para regular sus emociones, una autoestima alta y son empáticos.
Aquellos que tienen un apego inseguro evitativo es porque experimentan situaciones de rechazo y hostilidad por parte de sus cuidadores. Minimizan su angustia y no la expresan para no sentirse rechazados, y optan por ser autosuficientes.
El tipo de apego inseguro ambivalente nace a partir de cuidadores inconsistentes que causan que los niños no sepan si sus necesidades serán o no atendidas. Como consecuencia, pedirán consuelo con enojo o rechazo, muchas veces buscando llamar la atención.
Los que poseen un apego desorganizado sufren situaciones negativas o traumáticas con sus cuidadores en donde el miedo es recurrente. No pueden generar una respuesta organizada y adaptativa frente al estrés y lo demuestran en comportamientos contradictorios, violentos y bizarros.
Cómo identificar los tipos de apego en el aula
La escuela es el lugar donde los niños pasan la mayor parte de su tiempo, e incluso más que en sus hogares. La escuela representa un contexto de afecto y es donde gran parte de su mundo emocional se lleva a cabo. Por lo tanto, los docentes pasan a formar parte de su red de apego. Cuando el docente se integra en la vida del niño, éste tiene internalizados de antemano sus modos de vincularse, a partir de su experiencia familiar, y los replica en el ámbito escolar. También posee expectativas de las interacciones con los adultos y se comporta en torno a ellas. Podemos afirmar que el alumno busca recibir de los docentes la seguridad y el amor que acepta de sus cuidadores primarios, es decir, sus padres, cuando no están cerca de ellos.
Los patrones de apego se pueden observar de distintas formas en el aula. El niño con apego seguro es aquel que percibe que el docente puede proporcionarle seguridad y afecto. El que tiene un apego inseguro evitativo es indiferente y distraído en la escuela, no quiere recibir apoyo, se muestra independiente y quiere pasar desapercibido. El alumno con apego inseguro ambivalente quiere llamar la atención, lo cual dificulta que se concentre en sus tareas y a veces expresa miedo y hostilidad. Por último, el niño de apego desorganizado se caracteriza por demostrar temor y una actitud desafiante y se encuentra en constante alerta, muchas veces dado por lo que vive en su casa (abuso, violencia intrafamiliar, negligencia, padres con enfermedades psiquiátricas, por ejemplo).
La importancia educativa de identificar el apego
El apego posee la característica de poder equilibrar las expectativas que se tienen con respecto a las interacciones con los adultos, lo cual es una ventaja para aquellos con apego inseguro. Experiencias en donde otras figuras se muestren disponibles y sensibles a las demandas de los niños pueden suavizar el apego inseguro o incluso modificarlo y configuran un factor protector.
La apertura y disposición que el alumno manifiesta frente al aprendizaje depende de la relación afectiva que se consolide entre el docente y el niño. Es fundamental prestar atención a las conductas de los niños frente al estudio y al docente dado que reflejan varias pautas acerca de la relación con su familia. Esto es de especial importancia si queremos ser capaces de detectar situaciones de alarma e intervenir a favor del niño.
Es por eso que comprender la teoría del apego y conocer los diferentes patrones de los alumnos ayuda a los educadores a ofrecer una respuesta sensible ante sus necesidades, sobre todo en aquellos que presentan mayores desafíos.
Es probable que el año pasado el vínculo alumno-docente haya sufrido cambios, pero no hay dudas de lo esencial que significa generarlo o mantener esta relación para mejorar la experiencia de aprendizaje. ¡No dejemos que la virtualidad nos limite a la hora de vincularnos!
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