Entrevista a Verónica Álvarez Rivera
En esta oportunidad, entrevistamos a Verónica Álvarez Rivera, dramaturga, actriz, narradora y escritora de literatura infantil y juvenil, así como mediadora y promotora de lectura. Dicta talleres de capacitación de narración con soporte de texto a docentes, bibliotecarios y estudiantes de profesorados. Cofundadora de Casa Cuna Cuenteros, coordina, en el Hospital de Niños Pedro de Elizalde, la actividad de narración en el ámbito hospitalario. Ama compartir con lectores y lectoras la experiencia del encuentro entre cuentos, palabras y el libro, como objeto físico imprescindible en las infancias y de todo eso y mucho más hablamos con ella.
¿Cuál es el primer recuerdo que tenés con un libro?
Es leyendo sentada en una alfombra roja en el living en mi casa de la infancia. Era una casa muy especial, antigua de principios del siglo pasado, teníamos no sé si una biblioteca, pero un mueble donde mi papá ponía todos los libros, y había uno de tapa amarilla que me fascinaba: Papaito piernas largas de Jane Webster… ¡Qué raro! Ahora que lo pienso, cuántas personas habrán leído ahí, cuántos autores se habrán descubierto por primera vez.
Y como narradora… ¿Cuál es tu primer recuerdo narrando?
Creo que estaba en 5º o 6º grado y los de 2º tenían una hora libre, entonces la directora del colegio me propuso que me acerque al aula y les lea un cuento. Y ese es mi primer recuerdo como narradora, empecé a contarles cuentos y los chicos me escuchaban con mucha atención y me pidieron otro. Así que se transformó en una costumbre.
Y luego con mis hijas, recuerdo narrarles cuentos, también cantándole desde que eran muy pequeñas.
¿Y cómo eso que estaba en un ámbito privado, en la maternidad, se convierte en un oficio?
Por los actos escolares de mis hijas, empecé a notar que se repetían las propuestas y que terminaban de alguna manera siempre haciendo lo mismo. Entonces conversando con la directora del colegio le propuse escribir una obra… Como soy publicista, de ahí viene mi parte creativa, estudié publicidad y la última parte de mi vida profesional en este rubro lo hice como redactora. Me animé y escribí Los derechos al revés, otra más de Cenicienta -previo a la obra Los derechos torcidos de Hugo Midón- una historia muy linda, divertidísima, de una cenicienta que era maestra y el príncipe volvía de estudiar en Francia con ideas revolucionarias y de libertad; entonces la cenicienta llegaba a ser maestra y el príncipe cambiaba totalmente la monarquía por un estado de derecho. Fue tan linda esa obra que terminé yendo a Actores y Alternativa Teatral a hacer un casting y nació una compañía de teatro infantil. Así vinieron más obras como La Caperucita rebelde (con calzas). Cuando decido dejarlo, era mucho trabajo, se me complicaba llevar y traer un elenco teatral, Carlos Domingo de la editorial UnaLuna me propone ir a narrar un libro que presentaban en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y con tanto éxito que me empezaron a llamar otros editores a pedirme si podía narrar otros textos para acompañar a sus autores. Y así empezó mi camino en la narración oral y en la Feria hace ya catorce años.
Y ¿como escritora?
Un día Fabiana Nolla Portillo de Editorial Gerbera me dice: “Vero, vos narrás mucho, ¿no tenés una historia para publicar?” y le dije que sí. De ahí nació una historia de mi infancia, Serafina. Nosotros en casa teníamos como una segunda mamá, porque la mía trabajaba doble turno, que nos cuidaba, que vivía con nosotros. Terminé escribiendo su historia, lo hice poesía porque como estudié música la rima es buena compañera. Si bien es triste, porque trata de una migración forzada, lo quería contar de una manera poética. A partir de ahí vinieron los demás… ¡y ya vamos por el libro treinta y dos!
Tus textos por lo general tienen una cuota de humor, vos tenés una cuota de humor, tenés una manera de encarar la narración, ¿es intencional? ¿te sale naturalmente?
Sí, me sale naturalmente. El humor es algo serio, es inteligente, nos ayuda a vincularnos. Ahora estoy leyendo El chiste de leer de Pescetti, y lo que él propone en el epílogo es relajarse un poco, este libro trata el tema de alfabetizar con mucha paciencia, que no estigmaticemos y que acompañemos a los chicos en la lectura y en la escritura. Justamente dice que tiene que ser algo divertido leer, que tiene que ser una propuesta interesante para los chicos.
A mi me gusta encarar la narración desde ese lugar, pero no es todo humor, me gusta jugar también con una “montaña rusa” y contar algo que los dejé sorprendidos para después volverse a reír. Me gusta lograr que los adultos que acompañan a los chicos suelten una carcajada, que se relajen y se permitan volver a disfrutar una historia como cuando eran chicos. Me gusta además como sus hijos descubren que sus mamás y papás pueden reírse con ellos y la pasan bien. Pero eso no implica que en el medio no nos pongamos serios, que hablemos de temas más complejos que inviten a la reflexión. Creo que en ese sentido el humor nos salva, nos une y nos hace bien.
Soy coordinadora de Casa Cuna Cuenteros, ahí sí pido que las narraciones que hacemos en el Hospital de Niños Pedro de Elizalde sean con mucho humor, ahí si busco libros o temas que le devuelvan a esos niños, por un ratito, la infancia feliz que deberían tener.
¿Qué rol ocupó la escuela en tu vocación? ¿influyó en qué te transformaras en escritora/narradora?
Ver a mi mamá, que fue maestra y luego directora, con su guardapolvo impecable siempre fue un orgullo. Ella decía que ningún chico iba a salir de su escuela sin saber leer y escribir y sin herramientas, eso fue también me inspiró. Mi mamá me enseñó y me transmitió los valores de un maestro. No soy docente de casualidad, pero creo que dejó mi huella en cuanto a promover el uso del libro como objeto lúdico.
Voy a las escuelas a narrar y estoy desde salitas de bebés hasta los más grandes. Para mí los libros son “panetarios”, no tienen edad, he ido a narrar a geriátricos y disfrutan los mismos libros que en un jardín.
Liliana Bodoc decía que el pensamiento poético nos ayuda a habitar el mundo, a ponerle palabras a lo que nos pasa, nos da argumentos, nos hace libres… En este sentido, desde la escuela qué rutinas se pueden incorporar para que leer sea una actividad cotidiana, que haya espacio y tiempo en las aulas para que las infancias se enamoren de la lectura…
Para mí cuando el docente planifica jornadas literarias, que son desde las que me suelen llamar a mí, tienen que ver títulos desde el jardín hasta secundaria. Los maestros tienen que organizarse para que haya un momento de lectura por placer, no por obligación. No hay que obligar a leer, a aquellos que dicen que no les gusta, que no les interesa, hay que llevarlos por el lado amable.
Para cerrar, por tu experiencia, tantos años trabajando en escuelas (ya sea asesorando a gabinetes, brindando talleres para docentes, yendo a narrar o yendo como escritora), ¿podés darnos tres consejos para aquellas docentes que quieran crear experiencias de lectura y de escritura?
En primer lugar, el docente tiene que ir a una librería, a una biblioteca popular y elegir los libros con tiempo, tienen que saber reconocer los intereses de sus alumnos para armarse su propia biblioteca. Ver mucho las reseñas de los narradores, tiktokers, youtubers que recomiendan literatura infantil y juvenil por redes. Esto va para todas las materias, por ejemplo, si tengo que dar sociales, ¿por qué en vez de dar el tema del medio ambiente con un afiche no lo doy con un libro?
En segundo lugar, el momento de leer tiene que ser un momento de relajación, de estar cómodos, que no sea ni la primera hora ni la última del viernes que ya todos se quieren ir, así están tranquilos.
Y por último, que el libro sea una herramienta también para contar una historia, y no solo del lado informativo y pedagógico. La lectura no tiene que ser por una bajada, tiene que darse por voto propio y se tiene que promover desde la enseñanza. Siempre buscar un texto que quieran tanto que al repetirlo el amor se contagie. El éxito está en darles tiempo a los chicos y apasionarlos, un docente apasionado por la lectura contagia a sus alumnos.
***Seguí en Instagram a Vero y descubrí todo su trabajo y sus libros.