En esta ocasión entrevistamos a Cecilia Barriento, Profesora de Artes de Teatro y Licenciada en Composición Coreográfica, mención en Expresión Corporal, para entender para qué sirve y cómo influye el arte, y por supuesto, el teatro en la vida de cada infante.
Cecilia nos propone una mirada más sutil del teatro, convertir el espacio de “vacío” en un sin fin de posibles escenarios, y desde allí, entender al teatro como un espacio de encuentro.
¿Cuál es el objetivo de tus clases?
Primeramente que haya un autoconocimiento de lo que les sucede, desde lo corporal, emocional y ampliar la experiencia. Parto de la idea de que la acción es la base de la experiencia y eso de la imaginación. Primero, construirse ellos mismos como sujetos que perciben y expresan y comunican lo que les sucede.
Como docentes somos facilitadores de herramientas y de conocimiento, porque el arte es una forma de ver y de construir, y cómo las acciones construyen y transforman y eso influye en nosotros, y por supuesto, en nuestro entorno. A pesar de que hay lineamientos, también, está bueno permitirles dejarse llevar.
¿Cómo colabora el teatro a la hora de expresar nuestras emociones?
Las emociones están todo el tiempo presentes en la clase, y al final de la misma, hablamos sobre lo que nos pasó y cómo se sintió cada uno. La palabra está abierta.
Tenemos que naturalizar lo que nos pasa y qué hacemos con eso, darle entidad y permitirlo. Además, es importante generar el hábito de la escucha. Está bueno el espacio de encuentro y de escucha desde lo real y lo ficcional. Por lo general, mientras uno cuenta alguna anécdota, otro lo presenta o anota preguntas.
Desde mi rol, intento respetar, también, cuando no quieren hablar o expresar lo que les sucede.
¿Qué es lo que te deja esta experiencia?
Yo aprendo un montón de mis alumnos, es muy enriquecedor ver cómo ellos analizan lo que les sucede. Y recuperar el juego y el encuentro con el otro. Me llena ver que dándoles espacio y sin forzar, todos van trabajando con lo suyo, porque vas percibiendo a vos y al otro con lo que va pasando, desde lo real y desde el componente ficcional. Por supuesto, también trabajamos mucho la empatía.
El teatro nos invita a redescubrir otra forma de aprender. Es sano que los chicos se muevan, salten, se expresen con su cuerpo. Porque el actor es su propia herramienta y el cuerpo es el instrumento que ejecuta.
¿Desde que edad recomendás hacer teatro?
Depende para qué, si tiene que ver con formación cuando sean adolescentes. Yo doy talleres de juego dramático porque la idea es que exploren el universo ficcional, que se conozcan y tengan un fin más recreativo.
Los niños lo hacen como representación de un juego. Siempre respetando al niño, para que construya y juegue.
El niño debe jugar, y el adulto recuperar. Ellos subliman un montón de cosas en el espacio teatral y amplían la experiencia, y por ende, la imaginación. El conflicto aparece como eje motor y el poder ver más allá de ese conflicto, aparece cuando ampliamos nuestra imaginación.
Trabaja en educación formal en escuelas de la Provincia de Buenos Aires, dictando la materia teatro y en talleres de comedia musical y teatro, para todas las edades en @armoniaescenica, instituto de Arte en Ramos Mejía.
Actualmente se desempeña cómo actriz en la obra @casadebrujas, en el Teatro La Máscara, los domingos de noviembre a las 19.30 y otros proyectos independientes en proceso.